Desarrollo
de un programa por competencias: De la intención a su implementación
EL CONCEPTO DE COMPETENCIA.
En
este artículo, una competencia corresponde a “un saber actuar complejo que se
apoya sobre la movilización y la utilización eficaz de una variedad de
recursos”.
Una
competencia está bien lejos de un objetivo y no es sinónimo de saber-hacer o de
un conocimiento procedimental.
Una
competencia se sitúa más en un orden heurístico que algorítmico. La
flexibilidad y la adaptabilidad de la competencia justifican plenamente su
movilización: todos los recursos disponibles y movilizables no son movilizados
en una situación dada, sino solamente aquellos que parecen apropiados en
circunstancias precisas. Se trata de una movilización selectiva de recursos.
Al
poner en funcionamiento una competencia, se requieren recursos numerosos y
variados. Entre otros, ellos aseguran la planificación de la acción, la
reflexión-en-la acción, así como la reflexión-sobre- la-acción y la reflexión a
partir de la acción. Los recursos son también del tipo de actitudes y de
conductas.
2. SOBRE LAS
NUMEROSAS ETAPAS A FRANQUEAR
La
elaboración de un programa basado en el desarrollo de competencias exige que
los docentes involucrados franqueen varias etapas antes de proceder a la puesta
en funcionamiento y, sobretodo, que se aseguren que su programa respete la
lógica inherente al desarrollo de las competencias.
Las
experiencias relativas al desarrollo de un programa por competencias permiten
proponer ocho etapas de desarrollo:
1) determinación de las competencias
que componen el programa
2) determinación del grado de
desarrollo esperado por cada una de las competencias al término del programa de
formación
3) determinación de los recursos
internos –conocimientos, actitudes, conductas- a movilizar por las competencias
4) escalamiento de las competencias en
el conjunto de la formación
5) determinación de las modalidades
pedagógicas en el conjunto del programa
6) determinación de las modalidades de
evaluación de las competencias en curso de la formación y al término de la
misma
7) determinación de la organización
del trabajo de docentes y estudiantes en el marco de las diversas actividades
de aprendizaje
8) establecimiento de las modalidades
de acompañamiento del aprendizaje de los y las estudiantes.
a) La determinación
de las competencias
El
equipo de formadores/as recibe una serie de competencias que se refieren a una
concepción particular del concepto de competencia. Esta situación contribuye a
avanzar más rápidamente y en forma más simplificada la etapa de determinación
de competencias que en el caso en que los/as formadores/as deban ellos mismos
determinar las competencias de base de la formación.
Si
las competencias de un programa han sido precisadas fuera del centro docente o
no, los docentes no pueden ahorrarse, durante la primera etapa de elaboración
del programa, la discusión sobre la pertinencia de las competencias aceptadas
como objetos de formación.
Si
el conjunto de las competencias de un programa es definido fuera del centro
educativo será necesario entonces crear, durante esta primera etapa, los
encuentros que posibiliten la ocasión para discutir entre los docentes y
construir una concepción compartida de la idea de competencia y una representación
compartida del aprendizaje, de la enseñanza y de la evaluación de
aprendizajes.
b) Determinación del
grado de desarrollo esperado al final de la formación
Una
competencia moviliza varios recursos, en particular, conocimientos, actitudes y
conductas, y, según su naturaleza, su desarrollo no concluye nunca.
Si
una competencia corresponde a un saber actuar complejo, su desarrollo se
proseguirá a lo largo de toda la vida. En esta lógica, a los docentes les
espera una tarea hercúlea, como es determinar el grado de desarrollo esperado
con respecto a cada una de las competencias de su programa de
formación.
Hay
que precisar los aprendizajes esenciales, distinguir lo que es central de lo
que es periférico o secundario, diferenciar la exhaustividad de la pertinencia.
Tal operación es muy compleja porque obliga a hacer una selección en el
conjunto de los recursos y otorgar la preponderancia a algunas, dada la
duración de la formación y el grado de desarrollo esperado para cada una de las
competencias en el momento de la obtención del diploma, título o grado.
c) Determinación de
los recursos internos a movilizar
Los
recursos internos corresponden a la base de conocimientos, actitudes y
comportamientos aprendidos e integrados en la memoria del sujeto, mientras que
los recursos externos se relacionan con todo lo que ofrece el medio como apoyo
para actuar: recursos humanos, materiales, tecnológicos, etc.
d) Escalamiento de
las competencias en el conjunto de la formación
En
un contexto de formación basado en el desarrollo de competencias es preciso
respetar el principio que es necesario volver más de una vez a la revisión de
una competencia dada y teniendo en cuenta el número restringido de competencias
retenidas en un programa y su curación, los docentes deben prever rigurosamente
el escalamiento de las competencias en el conjunto de la duración del programa.
En
esta perspectiva, la cuestión de la complementariedad horizontal –las
relaciones de complementariedad de las competencias integradas en un semestre
dado– y aquella de la continuidad vertical –el desarrollo continuo de
las competencias durante la duración de la formación– constituyen las bases del
proceso de toma de decisiones.
Cuando
el escalamiento de las competencias se completa es necesario emprender durante
la cuarta etapa una tarea adicional directamente ligada a esta distribución,
que consiste en establecer criterios de evaluación para cada una de las
competencias integradas en cada período de formación.
Al
final de la tercera etapa de elaboración, los docentes disponen para cada
competencia de un documento que indica los aprendizajes esenciales que son
considerados como los recursos movilizables por las competencias en cuestión en
los diversos contextos.
Al
término de la cuarta etapa, los docentes disponen de un documento que precisa
período tras período (sean trimestres, semestres o cursos) las competencias
tomadas en cuenta.
e) Determinación de
la metodología didáctica
Una
vez llegados a esta fase en la elaboración del programa, los docentes pueden
estimar que ya han tomado todas las decisiones relativas no solo al contenido
de aprendizajes del programa, sino también respecto de su evolución, todo lo
cual está centrado fuertemente y de manera continuada sobre el estudiante.
Al
término de la quinta etapa, los docentes habrán elegido las metodologías
didácticas que serán privilegiadas en el marco del programa por competencias.
Al
término de la quinta etapa, los docentes habrán elegido las metodologías
didácticas que serán privilegiadas en el marco del programa por competencias.
Importa llamar la atención sobre el hecho que la elección se realiza en una
lógica de coherencia con todas las opciones precedentes y, en particular, la
naturaleza de las competencias, el grado de desarrollo esperado en curso y al
término de la formación, los recursos que deben ser integrados y el
escalamiento de las competencias.
f) Determinación de
las modalidades de evaluación
En
el terreno de las modalidades de evaluación de aprendizajes las decisiones a
tomar son también numerosas, y, como en el caso de las metodologías didácticas,
existe un criterio capital: la coherencia. En este proceso de determinación de
la evaluación la coherencia debe ser establecida entre, por una parte, el
desarrollo de las competencias y de los recursos a movilizar como también las
modalidades pedagógicas a privilegiar, y, por la otra, las modalidades o las
prácticas evaluativas.
Al
término de la sexta etapa los docentes han tomado todas las decisiones
relativas a la evaluación de los aprendizajes de los estudiantes. Estas
decisiones se inscriben en la lógica del desarrollo de las competencias, y las
evaluaciones permitirán a los docentes informar regularmente a los estudiantes
sobre su trayectoria en el desarrollo de competencias gracias a su
participación en el respectivo programa de formación.
g) Determinación de
la organización del trabajo de docentes y estudiantes
En
conjunto de decisiones tomadas desde el inicio de la elaboración de un programa
por competencias obliga a una transformación en la organización del trabajo de
docentes y estudiantes. Lo contrario sería muy sorprendente. En esta fase de
elaboración, importa preocuparse sobre las transformaciones inducidas tanto
para docentes como para estudiantes, por la introducción de un programa por
competencias.
Al
término de la séptima etapa, los docentes habrán determinado la organización de
su trabajo. De manera implícita, se habrán puesto de acuerdo sobre la cultura
profesional que quieren privilegiar en su equipo, sobre el continuo que va del
individualismo, o lo que se da en llamar “libertad académica” y la
interdependencia profesional.
h) Establecimiento de
modalidades de acompañamiento de los aprendizajes
Una
decisión crucial para el éxito del programa tienen que ver con las modalidades
de seguimiento de los aprendizajes de los estudiantes. En la formación por
objetivos y por disciplinas el seguimiento del aprendizaje de los estudiantes
no plantea cuestiones especiales; a menudo este problema no es jamás abordado
por los docentes, en realidad, estos últimos toman por un hecho que el léxico
de los estudiantes en cada una de las actividades de formación constituye la
prueba que han aprendido lo que se esperaba de ellos.
Esta
última etapa de elaboración del programa antes de ser aprobado, se termina con
una toma de decisión con respecto a las modalidades de aprendizaje.
Esta
última etapa de elaboración del programa antes de ser aprobado, se termina con
una toma de decisión con respecto a las modalidades de aprendizaje.
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